Ingredientes
1 barra de pan del día anterior o
una barra específica para torrijas (de venta en casi todas las
pastelerías). La de esta receta tenía la escandalera de 55 cm.
1 l de leche entera.
1 rama de canela o canela en polvo
5 huevos medianos.
1 palo de canela-rama, 1 vaina de
vainilla, la cáscara de medio limón
100 ml de vino de Oporto
300 g de azúcar blanca y 1
cucharada de canela molida.
1/2 l de aceite de oliva virgen
extra
La receta que os presento hoy es la
tradicional de la casa, hecha tal y como me enseñó mi madre cuando
era peque, con tan sólo una variación: el tipo de pan. En mi casa,
como en casi todas, este era un postre de reciclaje y se reutilizaba
el pan de días anteriores, en Galicia se come la barra de pan
gallego que es un poco más gruesa que la habitual de Madrid. Las
torrijas tradicionales, he descubierto al vivir en el centro de
España que se suelen hacer con otro tipo de pan, más ancho,
esponjoso y grueso de lo habitual, para mí es otro punto de vista de
este conocido postre.
Esta receta original, y a la vez
tradicional, del dulce más típico en Semana Santa es un postre que
está basado en una rebanada de pan empapada en leche, rebozada en
huevo, frita en aceite de oliva virgen extra y aromatizada al gusto
con almíbar o, en este caso, azúcar y canela. Es un postre muy
sencillo y muy común de estas fechas que se aproximan, ya que la
Semana Santa empieza la semana que viene. Las pastelerías de toda
España se llenan ya de cientos de torrijas, huevos de Pascua y
delicias dignas de los más larpeiros. Entre todos ellos, la torrija
de leche es mi postres preferido, una tostada suave con sabor intenso
a leche, dulce y con un toque perfecto de canela, no se puede pedir
más.
La historia de las torrijas es bien
antigua, se remontan hasta 2000 años atrás, los romanos escribían
ya en su tiempo como preparar una especie de torrija con galletas de
trigo, bañadas en leche, tostadas en aceite y servidas con miel. En
el siglo XV al parecer eran un alimento indicado para la recuperación
de parturientas, qué os parece, curioso ¿no? Un postre
internacional donde los haya, los franceses las llaman “Pain perdu”
(pan perdido), los ingleses, “Poor Knights of Windsor”, en
América, “French Toast”, los suizos “Fotzelschnitten” y
nuestros vecinos de Portugal, “Rabanadas”, un postre típico para
ellos en Nadal. Probadlas, os gustarán. Os dejo con esta receta
sencilla por si queréis probar unos bocados para chuparse los dedos
y que os aseguro que después de probarlas, no sé si seremos más
buenos, pero seguro que somos más felices.
Preparación de la leche infusionada:
El primer paso es preparar los
ingredientes con los que vamos a aromatizar la leche. Lavamos muy
bien el limón y pelamos su piel de manera fina, sin mucho blanco que
luego nos amargue el postre.
En la preparación de la leche
aromatizada tenemos un ingrediente que va a marcar la diferencia,
también el precio pues no es barata, las vainas de vainilla. Para
esta receta vamos a necesitar la vaina abierta entera, no es
necesario añadir el interior, es decir las semillas, estas las
podemos guardar para otro postre, mi recomendación es que las
congeléis en un papel de aluminio y vayáis utilizando poco a poco
dependiendo de la receta, así podéis economizar este ingrediente.
Para sacarle el mayor provecho,
cortamos los extremos, la parte más ancha de la vaina con un
cuchillo, la rajamos de un extremo al otro, abriéndola como un
libro. Raspamos el interior con la hoja de un cuchillo (lo mejor es
abrirla bien con los dedos y rasparla con la mitad de la hoja del
cuchillo), así sacaremos las semillas que vamos a guardar.
La vaina limpia es la que vamos a
añadir a la leche, además una vez aromatizada la leche, la vamos a
sacar y secar, la guardaremos para otras utilizaciones, por ejemplo
para aromatizar azúcar y hacer nuestro propio azúcar avainillado.
Calentamos la leche a fuego medio
casi hasta el punto de ebullición. Bajamos la temperatura y
retiramos del fuego, añadimos la vaina de la vainilla, la piel del
limón y por último la rama de canela. Dejamos todo en reposo
durante 5 minutos, es decir, infusionando la leche. La leche debe
estar tibia o fría cuando la empleemos para empapar las torrijas.
Reservamos.
Un truquillo para que las torrijas
no salgan empalagosas es no añadirle azúcar a la leche que hemos
infusionado, sino cuando preparemos el almíbar o con el azúcar y la
canela que añadiremos al final. De esta manera unificamos sabores y
os quedará realmente deliciosa.
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